No basta con vivir el ahora, ni con saber que el ahora es todo lo que existe, es preciso comprenderlo y explicarlo. No pretendo desarrollar una nueva teoría sobre la Vida, el Universo o el Todo. Dejo eso para los que dicen que saben, los especialistas, profesores, filósofos, maestros, iluminados. Soy solo un poeta que, con toda sencillez, les invita a iniciar una investigación sobre el movimiento que, revolución completamente distinta a todas las conocidas, comienza con el darse cuenta de la importancia que tiene el comprender el ahora.

Segundo acercamiento

En el segundo acercamiento tratas de explicarte y comunicar lo vivido como algo que te ha ocurrido, y esta es la manera de perderlo. A continuación comienzas a creerte alguien especial, con una misión que realizar. Muchos iluminados se quedan en eso. Al convertirse en maestros están de nuevo perdidos. Es un regreso al ego, que se ha vuelto más sutil pero sigue estando ahí.
 

Frecuenté el Centro de Información K de Madrid. Pasábamos vídeos, dialogábamos. Nos veo allí sentados, cocinando la olla sin atrevernos a entrar en aguas profundas, peligrosas. A mí no me interesaba demasiado la cosa de la iluminación en sí, sino los efectos que aquella podía tener en nuestras vidas, en las vidas de la gente. Si todo se quedaba en un día por semana de dedicación a la causa en medio de una vida cómoda, rutinaria y ociosa qué insignificancia para el que había vivido jugándose la vida por la transformación del hombre en la lucha política. Qué teníamos que decir nosotros a la gente que sufre, como gente que igualmente sufre no como iluminados que miran desde su incontaminada altura, eso era lo que me importaba. Pero no teníamos nada que decir que no hubiera dicho ya el maestro. Para satisfacer mi vanidad, no comprendida en su momento, dejé que me eligieran coordinador, aunque luego resultó que fue una solución de compromiso para contentar a las distintas facciones en juego. A mí que andaba como siempre solo y perdido. Era completamente absurda y ridícula, además de mezquina, aquella lucha entre grupos por el poder. A los pocos meses dejé a aquella gente totalmente defraudado. Lo que pasó allí solo lo entiendo ahora, muchos años después. 
...
Si realmente lo vuestro es el poder por qué os mezcláis, pobres diablos, en las cosas sagradas del ahora. Destruye y mata allí donde la vida es muerte y destrucción, vence o sé vencido en el campo de batalla pero no ensucies la fuente de la vida.
... Volví a mi consabido nihilismo, ahora fortalecido, por una nueva decepción, por un nuevo desengaño, un nuevo fracaso. Sin embargo, poco después me enfrasqué en una investigación que acabó convirtiéndose en una obsesión, en una rutina. Un estudio que me aisló por completo de la gente y del mundo y que llevó mi vida y la de mi familia a la más absoluta ruina. El objetivo lo merecía, pues había descubierto el proceso y la estructura de la energía y el modelo originario que la describía, modelo que era la base de todas las cosmovisiones antiguas, tradicionales e indígenas. O al menos eso creía. Aquella investigación me llevó veinte años. Veinte años tirados a la basura, a no ser que pudiera ver que la imagen que había construido era solo eso, una imagen, y que la imagen del mundo no es el mundo. Pero no lo veía. 
Poco antes me había trasladado con mi familia de Madrid a Andalucía, huyendo de la mala suerte. Hubo desgracias reales y desgracias provocadas por mi ambición de conocimiento que me llevaron a una profunda depresión y a un encuentro con la muerte. Quizá el único valor de aquel descubrimiento fue aprender el lenguaje que ahora me permite expresar que el ahora es un incendio que quema todos los residuos del pasado, de todo conocimiento, y, por eso, al cabo de veinte años de estudio me encuentro con las manos vacías. Lo mismo que cuando comencé.

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